21 noviembre, 2024

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Emilia Pardo Bazán, la condesa feminista

No solo fue condesa, no solo feminista comprometida, porque aunque esta condesa gallega defendió durante toda su vida los derechos de la mujer con título o sin él, Emilia Pardo Bazán es y será una de las más destacadas escritoras españolas nacida en A Coruña. La primera escritora profesional, es decir la primera escritora que vive de su obra y sin tener necesidad de ello porque nació en la cuna de las familias más poderosas de Galicia. Siempre quiso ser una mujer con méritos propios y no los que por suerte había heredado por su familia y en esto el éxito de sus grandes obras con cu estilo de párrafo amplio y su cultura tuvo mucho más que ver en ello. No fue una escritora de manual si no una escritora que supo imprimir una personalidad única en todo aquello que creaba. La Pardo Bazán, feminista reivindica el trabajo para la mujer, lo que le da libertad y apunta el cultivarse como la mejor herramienta de conquista. Ella misma se enorgullecía de ganar dinero con su pluma.

Su obra

En su vida fueron muchos los que quisieron enmudecer a Emilia. Como curiosidad en la obra de Lorenzo Gallardo la apuntó como contrabandista y nos cuenta como Emilia Pardo Bazán se dedicaba al tráfico de armas pero no es por esta anécdota la que hizo que Emilia pasase a la historia, nada oscureció a esta gran mujer que cultivó todos los géneros literarios desde muy pronta edad, la novela, el cuento, teatro, ensayo, la opinión o la crónica no fueron problema para ella que nos legó una obra inabarcable (más de mil quinientos artículos periodísticos, más de cincuenta novelas y aún está por determinar el número de cuentos que escribió ya que siguen apareciendo por el mundo, sus últimos cuentos aparecen hace bien poco en diarios de Argentina y Filipinas).

Ni las más fieras crítica ensombrecieron la vida de esta gran mujer.

Ya con nueve años compuso sus primeros versos, su primera novela con solo 13 «Aficiones peligrosas» que no fue publicada en España hasta el año 2012 y con quince publicó su primer cuento «Un matrimonio del siglo XIX», que fue el primero de los casi 600 que escribió. Fue la primera corresponsal de prensa en el extranjero, en Roma y en París.
Toda su vida se enmarcó en la lectura, fue una ávida lectora que decidió aprender inglés para leer a Byron o Shakespeare en su versión original. Pero no solo hablaba inglés, dominaba a la perfección el francés y el alemán. Una mujer culta y cultivada allá donde las haya.

En 1876, se da a conocer como escritora al ganar el concurso convocado en Ourense para celebrar el centenario del padre Benito Feijoo.

En 1888 era la primera escritora de Europa. Una de las mujeres más valiosas y populares del S.XIX.

Su familia

Fue la única hija de una familia noble y de las más ricas de España. Su padre fue el conde don José Pardo-Bazán y Mosquera un licenciado en Leyes que funda en 1850 la Revista de Galicia, desde la que dió a conocer sus ideas sobre las reformas económicas que necesitaba la agricultura gallega para adaptarse a los “adelantos del siglo». Su madre doña Amalia de la Rúa-Figueroa y Somoza sobre la que no hay mucha información más que económica, ya que era heredera de las casas hidalgas de Zanfoga, en Vilasantar, y Tamou, en Présaras, y disponía de bienes inmuebles en Santiago de Compostela y Curtis .
Su vida estuvo rodeada lujos y de grandes literatos en París y por ello conocería así a Victor Hugo. En su casa se reunía con Zorrilla, mantenía correspondencia con Pelayo y Clarín y con Benito Pérez Galdós, le unió más que una amistad.

Su matrimonio Con José Quiroga y Pérez Deza y el primer divorcio de España

Ella era una mujer casada que no vivía con su marido José Quiroga y Pérez Deza y con el que le unían hijos en común. Se casó con tan solo 16 años. Quiroga contaba con 20 años y era estudiante de derecho, se dedicó a viajar por toda Europa durante sus primeros años de matrimonio. Estuvo divorciada cuando aún no se contemplaba el divorcio en España.

Doña Emilia y José Quiroga se separaron de manera amistosa y de mutuo acuerdo, casi 50 años antes de que se legalizase el divorcio en España.
Pautaron con este acuerdo que vivirían separados, acordarían la educación de sus tres hijos: Jaime nacido en 1876, Blanca en el 79 y Carmen en el año 81 y se mostrarían en público solo en ocasiones muy señaladas.

Más que curioso el amor que le profesó a su marido que llevó a llevar luto durante todo un año cuando este murió, mostraba hacia el mismo una profunda admiración. Conoció a Rubén Darío, trabó amistad también con Unamuno y conoció a Vicente Blasco Ibáñez en una librería y tras este encuentro nacería una relación que provocaría los numerosos viajes de la escritora a Valencia, ciudad donde Vicente residía.

Cartas a Pérez Galdós

Cuando se divorcia, su amor hacia Galdós nos deja cartas apasionadas muy subiditas de tono y mucho que hablar en una época en la que esta mujer supo hacerse valer, su sentimiento lo expone sin tapujos. Doña Emilia le escribe a Galdós en un tono y unos términos que hubiesen escandalizado a todo el país de haberse descubierto:

«Te aplastaré… Te morderé un carrillito, o tu hocico ilustre… Te como un pedazo de mejilla y una guía del bigote… Te daré a besar mi escultural geta gallega… (…) Te beso un millón de veces el pelo, los ojos, la boca y el pescuezo».

Ella misma, en una de las cartas, le recuerda a Galdós un arrebato de pasión entre los dos, en pleno centro de Madrid, en un carruaje, en el que doña Emilia perdió (literalmente) las bragas en la Castellana.

«Siempre me he reprimido algo contigo por miedo a causarte daño físico, a alterar tu querida salud… (…) Sí, yo me acuesto contigo, y me acostaré siempre, y, si es para algo execrable, bien, muy bien, sabe a gloria, y si no, también muy bien… Ante la moral oficial, no tengo defensa, pero tú y yo se me figura que vamos un poco para nihilistas en eso. Le hemos hecho la mamola al mundo necio, que prohíbe estas cosas».

Se separa de su marido y da rienda suelta a su relación que termina con una infidelidad de ella y un «Adiós, viejo chocho» espetado por ella en la calle y que se hizo famoso en aquella época. Muchos mujeres se pusieron la frase por bandera y la citaban en la cotidianidad.

La relación terminó cuando doña Emilia, en un viaje por trabajo, mantuvo una relación esporádica con otro escritor Lázaro Galdiano. Llegó a oídos de Galdós, que le reprochó la infidelidad, y ella, en vez de excusarse, le plantó cara a su error y escribió unas de las líneas más tristes que podía escribir. Ella calificó su infidelidad como un error momentáneo de los sentidos:

«Después de la confesión que encierra mi carta no creíste que mereciera la dicha de verte y hablarte y pedirte perdón una vez más. Si esto es así, bien me duele, pero no me quejo; he merecido tu cólera, tu desdén, tu indiferencia; lo merezco todo, y sin embargo, te quiero, te quiero, te quiero.»

¿Pero que tenía Lázaro para despertar tantos sentimientos en Emilia? Se sintió querida, entusiasmada por este hombre de gran personalidad. Era conocido por todos como un hombre de fortuna, hecho a sí mismo, empresario de éxito pero probablemente lo que más movió a Emilia por dentro es que era un hombre intelectual, editor y coleccionista de arte y bibliófilo, a ella le gustaba empaparse en saber. Cualidades que Bazán tuvo siempre en consideración porque el dinero jamás compró su admiración hacia ninguna persona.

Le dedicó unas letras a Rosalía de Castro

Para mostrar la soledad de las mujeres, la gran poetisa gallega Rosalía de
Castro titulaba una parte de Follas Novas (1880): «As viudas dos mortos, as viudas dos vivos».
Esas «viudas de los vivos» envejecen prematuramente: «la tía Pilara estaba seca, negruzca, desfigurada, más que por la maternidad y los años, por las rudas faenas campestres».
Doña Emilia se compadece de todas esas mujeres en un artículo dedicado a su obra:
«Pobre mujer que de todos es esclava del abuelo gruñón y despótico, del padre mujeriego, del marido brutal, del chiquillo enfermízo … de la vaca … del ternero … del puerco …
de la gallina … «.»

Su rincón preferido

Sin lugar a dudas el rinconcito preferido de Emilia fue la Quimera, una de las torres que Emilia Pardo Bazán construyó en su pazo de Meiras y en ella escribió gran parte de su obra. Contaba que la inspiración le llegaba por su balcón de las Musas.

Emilia Pardo Bazán, escritora y precursora de los derechos de la mujer

La condesa de Pardo Bazán ,así se hacía llamar, fue la primera mujer socia del Ateneo de Madrid 1906 y la primera catedrática de la universidad española, periodista, feminista y cocinillas fue una de las grandes mujeres de antaño que defendió a la mujer y puso en alto su papel en la sociedad.
Fue una excelente profesora, sus clases eran las más concurridas de la época (llegaron a matricularse 825 alumnos frente a los 221 de Ramón y Cajal) y según las crónicas de 1896, la catedrática era directa, culta y entretenida.

Desde muy joven se percató de que por ser mujer no podría entrar en la Universidad y jamás quiso renunciar a su identidad para conseguir la entrada. Su amiga Concepción Arenal se hacía pasar por hombre para acceder a la universidad pero Emilia decidió que no lo haría así. Tuvo que ser autodidacta, devoró a los filósofos estudió física, química, historia, geografía, mineralogía, astronomía, derecho, fisiología, metafísica, teología, botánica… Al final todo el esfuerzo fue recompensado siendo la maestra en una de ellas y compitiendo en números con los que le habían cerrado sus puertas.

Le costó más de una disputa con los que llevaban las riendas de la intelectualidad y el poder del país. Hacerse un hueco en una sociedad puramente machista y en la que la mujer estaba destinada a hacer sus labores y servir como esposa, no fue nada sencillo. La tildaron por luchar por sus derechos la llamaron fea, gorda, criticona, petulante y sabihonda creyendo que su valía se vería mermada ante insultos descalificativos hacia su persona: Fue una mujer que se quería y estaba orgullosa de su físico, tanto fue así que muchos se rindieron a sus encantos. Supo como callar las bocas con su trabajo y demostrar que las mujeres eran mucho más que objetos a la orden de un hombre. Recibió durante su vida críticas, insultos machistas y discriminación hasta de sus propios compañeros escritores, que le negaron hasta tres veces el ingreso en la Real Academia Española (RAE) a pesar de sus méritos constatables.
Manuel Murguía, marido de Rosalía, se refería a ella como «la granjera de Meirás» por ese afán de Emilia por conseguir títulos. Lo de su empeño en los títulos nobiliarios le venía de su padre que había mantenido conversaciones con el Papa Pío IX para conseguir el titulo de «conde de Pardo Bazán» sin tener derecho a usarlo sus herederos. Su padre fue un liberal que Emilia admiró toda su vida, sus grandes consejos la acompañaron siempre. Uno que siempre mencionaba era el que su padre compartió con ella bien pequeña «si alguién te dice que no puedes hacer algo que hace un hombre, no olvides que es envidia y una doble moral. Tú puedes hacer cualquier cosa que quieras, somos iguales». Sus coetáneos la trataban de cursi y pedante y es que una mujer que lucía tan amueblada la cabeza debía resultar la mar de molesta en una encorsetada sociedad en la que imperaba el «estás más guapa callada». Se atrevió a reprender al que citaba versos que no eran suyos, ninguna conversación, ni tema le resultaba difícil y es que ya era por todos sabido que Emilia refutaba como nadie y además tenía un sin fin de herramientas para hacerlo, la más poderosa de todas su extensa cultura.

Doodle de Google en homenaje al 166º aniversario del nacimiento de Emilia Pardo Bazán

Ella sola llevaba la revista «Teatro Crítico», una publicación mensual de unas cien páginas que escribía, corregía y editaba en solitario, con la intención de resumir toda la actividad cultural nacional e internacional y acercarla al pueblo. Y lo compaginaba con su creación literaria tan infinitamente amplia.

En el año 1910 fue elegida Consejera por el rey Alfonso XIII de Instrucción Pública, ya el mismo Alfonso le concediera en el año 1908 el título de condesa.
Los pazos de Ulloa (1886) fue su obra cumbre. Ella fue la que introdujo el Naturalismo en España. Un referente de nuestra literatura aunque fue mucho más que la condesa escritora, supo plantar cara a la injusticia social y poner a la mujer en el plano que le correspondía. Luchó por la independencia de la mujer tanto a nivel social como cultural lo que provocó hacía su persona ataques y críticas por parte de los sectores más conservadores.

Sus curvas no la sonrojaban y la hacía sentirse orgullosa de ser mujer, siempre se proclamó amante de la gastronomía y sus placeres, publicando en 1913 «la cocina española antigua» que es un recopilatorio de los platos más tradicionales, ella quiso darles continuidad en el tiempo con su obra. Su finalidad fue que ninguna receta tradicional se perdiera porque esta mujer no solo escribía y daba clases en la universidad también se encerraba en su pazo para crear obras suculentas con presentación en la mesa.

Su famoso Pichones o Bacalao a las Torres de Meirás se hizo plato famoso
«En una marmita algo honda y de plata o metal se van colocando: capa de bacalao (desalado, desespinado, cortado y frito ligeramente), capa de ruedas de patata (también algo fritas), capa de ruedas de cebolla (frita, que haya tomado color), capa de tomates y pimientos (el tomate deshecho y pasado por la sartén y el pimiento asadito). En otra cazuela se sazona el aceite con sal suficiente, pimiento dulce, dos dientes de ajo machacados y, si hay afición, pimiento picante o una guindilla muy raspada. Viértase el aceite hasta cubrir la mezcla y póngase al fuego manso. Necesita al menos 3 horas para amalgamarse. Pasado ese tiempo se escurre el aceite por un costado si es demasiado y se pone en horno caliente a que forme costra. Se sirve en la marmita.»

Muere en el 1921 a causa de la diabetes que había padecido gran parte de su vida. Está enterrada en la cripta de la iglesia de la Concepción de Madrid. Y es justo en este momento cuando llega un reconocimiento a su persona y sus obras que no tuvo en vida. Como siempre la muerte dulcifica el peor de los enemigos y es entonces cuando Emilia Pardo Bazán es envuelta en halagos y reconocimientos. Y así se la definió como «la mujer que logró ser ella misma».

La Casa Museo Emilia Pardo Bazán fue donada por la familia de la escritora a la Real Academia Galega, y actualmente se encuentra en la Ciudad Vieja de A Coruña.