El uso de la nieve para fines terapéuticos, refrigeración y conservación de los alimentos se extiende ya a la época del Imperio Romano. En Oriente también fue muy utilizado ya desde las primeras épocas. Sin embargo en Galicia no se popularizará su uso hasta el siglo XVI, extendiéndose incluso el uso de construcciones dedicadas a la conservación de la nieve hasta el XIX. De todas formas es probable que incluso en siglos anteriores su uso pudiera ser más extenso en relación con los castillos feudales. Es el caso del aljibe del castillo de Vilasobroso que hay quién afirma que incluso podría ser una “fresqueira” para la conservación de la nieve.
A partir del siglo XVI nos encontramos lo que algunos autores denominan «la pequeña edad glacial» ya que durante estos siglos las temperatura descendieron sustancialmente hasta el XIX. Esto explicaría la localización de «neveiras» en zonas próximas a la costa y en bajas cotas (600 m) en donde hoy prácticamente las nevadas son nulas o muy escasas.
Normalmente los pozos y “neveiras” estaban relacionadas con los cabildos y con los monasterios cistercienses, siendo su aprovechamiento comercial e incluso para uso propio de los monjes.
Su ubicación se establecía en función de la climatología. Para ello se escogían lugares altos y resguardados de los vientos. Es posible que buscaran lugares frondosos para evitar los rayos directos del sol y también las proximidades de pequeños valles húmedos en donde nacían los regatos. Se solía situar cerca de vías de comunicación para poder llevar su mercancía con la máxima celeridad posible hasta los centros urbanos y eclesiásticos, con el fin de minimizar el deterioro del hielo.
Pero… ¿qué eran las “neveiras” y para que servían? Los “neveiras” o “casas da neve” eran construcciones normalmente circulares excavadas en el suelo hasta encontrar la roca compuestos de paredes de piedras que alcanzaban una profundidad de unos siete metros y un radio de aproximadamente 6. Su cubrición se realizaba con paja, tejas o incluso con piedras. El fondo, normalmente de roca, era preparado con unos canales para el desagüe del hielo. Las paredes de la «neveira» eran recubiertas con material vegetal para aislarlo del exterior y sobre el fondo circular se apilaban capas de nieve de entre 20 y 60 cm separadas también con hierba para su posterior facilidad en su manejo. La nieve se endurecía después de apisonado mediante el «pisón» y se convertía en hielo. Así permanecía hasta bien entrado el verano. Las tareas de los «neveiros» comenzaban en noviembre. En este mes limpiaban la maleza para la posterior recogida de la nieve y se realizaban tareas de mantenimiento sobre la «neveira». Después solo restaba esperar a las nevadas para poder recoger y apilar el nombrado material. Cuando llegaban los meses de verano comenzaba el verdadero negocio de estos duros trabajadores. Encontrarse muy cerca de las vías de comunicación hacía que los daños en el hielo en su transporte fueran menores, pues era fundamental su rápida colocación en los mercados de las ciudades o en los monasterios que poseían esta clase de «neveiras». Su transporte se realizaba además de madrugada, aprovechando la ausencia del astro rey y de las altas temperaturas estivales.
El uso del hielo era variado. Desde sus aplicaciones terapéuticas que todos conocemos, pasando por la refrigeración de bebidas hasta la conservación de los alimentos. Todo esto hacía que el hielo se convirtiera en un bien preciado y por ello muchas de las «neveiras» no están documentadas para ser mantenidas en el anonimato.
Alrededor de estas construcciones existía durante meses una pequeña y dura vida social. Eran muchos los que recogían la nieve durante las primeras nevadas, pero serían pocos los que mantendrían la actividad durante los meses de frío, muchas veces a más de mil metros de altitud, aguantando nevadas, bajas temperaturas y copiosas lluvias. Por ello existen en varias «neveiras» construcciones asociadas, como edificaciones rectangulares, estanques e incluso pozas de nieve que no debemos confundir con las «neveiras» ya que estos eran pozas pequeñas construidas sobre el terreno con el fin de almacenar nieve y hielo para su posterior colocación en las «neveiras».
En www.galiciamaxica.eu hemos conocido nuestras dos primeras «neveiras» y por ello los añadimos a la página rindiendo un tributo y homenaje a todos aquellos que participaban en esta durísima tarea. Se trata de las Neveiras da Meda, situadas en los concellos de Parada de Sil y Xunqueira de Espadañedo.
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