En octubre de 2017 Galicia sufrió una de las peores olas de incendios de los últimos años en donde miles de hectáreas de monte fueron reducidas a ceniza. La voracidad de las llamas afectaron sobre todo al suroeste de Galicia en donde hubo concellos con más de un 90% de su territorio abrasado.
Tres años después aún podemos ver los efectos de estos incendios. Muchos de nuestros montes aún conservan los esqueletos calcinados de aquellas especies que poblaban los bosques, esperando ese momento en que el bosque vuelva a resurgir.
Lo malo es que un bosque autóctono necesita nuestra ayuda para su recuperación sino será de nuevo el eucalipto el que pueble de una manera desordenada y con mucha más fuerza e impida cualquier recuperación de autóctonas. Esta repoblación queda en manos de las comunidades de montes y otros propietarios y su futuro estará en lo que estos decidan. Ellos tienen la llave, ellos sopesarán que es lo mejor para todos a medio o largo plazo.
La parroquia de Chandebrito, en Nigrán (Pontevedra), fue una de las grandes afectadas de aquel octubre negro y prácticamente todo su territorio quedó reducido a cenizas. Lo peor y lo más trágico de esto no fue solo el monte quemado, sino que las llamas se llevaron la vida de dos vecinas de la parroquia, Maxima y Angelina, cuando huían de los incendios.
Chandebrito no quiso olvidar este suceso de 2017 y en poco tiempo se pusieron manos a la obra. Diversas asociaciones, empresas privadas, particulares y el buen hacer de los vecinos de la parroquia han conseguido plantar la semilla de lo que será en un futuro no muy lejano un gran bosque autóctono repoblado con carballos, castiñeiros y sobreiras. Y es que como apuntan ellos algo así no se puede volver a repetir y de esta forma intentarán sensibilizar a la sociedad de la necesidad de cuidar el patrimonio natural.
Junto al Monte do Castro han creado un pequeño espacio de memoria con una serie de especies plantadas. Además un monumento conmemorativo a los incendios y a las vecinas fallecidas se creó a partir de un árbol quemado y hoy preside el recinto. Lo han llamado el Bosque da Memoria.
No muy lejos también destacamos la figura de los pulmones creada con madera quemada. Se trata de la obra de O Rexurdimento hecha por el colectivo Arte no Queimado bajo la dirección del maestro Remigio Davila
A parte de este pequeño espacio en los alrededores se están plantando cientos de árboles autóctonos en varios miles de metros cuadrados.
En lo alto del castro también se están realizando una serie de excavaciones en el antiguo poblado que dejarán al descubierto una serie de estructuras milenarias. Recordemos que este castro es uno de los más antiguos de Galicia pues los restos encontrados datan de finales de la Edad de Bronce, allá por el siglo VIII a.C.
También muy cerca se ha creado un lugar de contemplación en forma de un banco que han denominado el «Banco do Encontro» elaborado también con árboles quemados de los fatales incendios.
Tampoco muy lejos y en la misma parroquia tenemos el monumento homenaje al grupo musical Milladoiro.
Esperemos que acciones como esta se repitan a lo largo del territorio y unos años podremos hablar de nuevo de una Galicia verde, pero verde del nuestro, del autóctono.
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