21 noviembre, 2024

Blog de Galicia Máxica

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Meigas y bruxas en Galicia: habelas, hailas

Galicia es una tierra mágica. De mitos y leyendas, pociones y brebajes, conjuros y hechizos y, sobre todo, de bruxas meigas. Porque, como todo el mundo sabe, las meigas habelas, hailas. El folclore gallego tiene su propio corpus mitológico: un conjunto de tradiciones, leyendas y creencias más o menos relacionados, basadas en una cultura con elementos religiosos y místicos.

Si hablamos de folclore y mitología gallegos, no hay duda de que las bruxas meigas destacan por encima de cualquiera. Aun hoy, los gallegos tienden a atribuir en tono jocoso los episodios de buena o mala suerte a las “cosas de meigas”. Ante una casualidad, “cosa de meigas”; si hay mala suerte en las tragaperras, “será cosa de meigas”.

En Galicia y zonas limítrofes de Asturias y León, la meiga es aquella mujer que posee poderes extraordinarios o mágicos. Tenían conocimiento de artes ocultas, por lo que la gente solía recurrir a ellas para recibir conjuros o ensalmos, y también eran muy respetadas como curanderas.

Hay antropólogos que señalan que el término meigas estaba limitado a aquellas que hacían el mal a los demás y que eran capaces de pactar con el diablo, mientras que el término bruxa se reservaba a aquellas otras mujeres con poderes mágicos capaces deshacer los malos conjuros y el mal de ojo. En este sentido, las bruxas y las meigas serían dos caras de un mismo poder, capaz de servir al bien o al mal.

Las diferentes meigas de Galicia

En el saber popular, la meiga es un mujer de aldea, ya de edad avanzada. Se trata de un perfil que en otras culturas vinculadas a la tradición celta asumen los druidas. Ahora bien, al ser una figura tan popular, existían incluso distintos tipos de meigas bruxas, a cada uno de los cuales se atribuían diferentes poderes. Por ejemplo:

Agoreira: capaces de vivir muchos años, aunque ya envejecidas.

Asumcordas o bruxas da rúa: son aquellas que se dedican a espiar las casas de los vecinos.

Cartuxeira: son las famosas echadoras de cartas, capaces de predecir el futuro.

Dama de castro: eran bruxas que otorgaban sus favores solo a personas humildes, apenadas por alguna situación difícil de su vida.

Feiticeira o hechiceras: solían vivir cerca de los ríos y riachuelos, embelesando con su voz y sus cantos a los jóvenes que pasaban por la orilla. Los muchachos, encantados, eran arrastrados al agua y morían ahogados.

Lobismuller o mujer loba: estas meigas tenían en común que habían nacido en Nochebuena o Viernes Santo.

Marimanta: en el folclore gallego, es el equivalente al hombre del saco. Es decir, es la meiga que roba los niños. Vieja, fea y encorvada, carga sobre su joroba un enorme saco en el que lleva, claro está, los niños que roba.

Meigas chuchonas o chupadoras: capaces de cambiar de apariencia, pueden incluso transformarse en insectos o vampiros, por lo que se las considera las meigas más peligrosas de todas.

Vedoira: se trata de una meiga hermosa y agradable, cuyo gran poder es la adivinación. Son capaces de intermediar con las ánimas del cielo o el purgatorio.

Voladoira: son las meigas que pueden volar.

Las meigas bruxas llegaron a ser tan populares que el Obispado de Orense proclamó su excomunión, y no fueron pocas las mujeres quemadas en la hoguera acusadas de meigas. Entre ellas, la famosa María Soliña, una supuesta bruja de Cangas (en realidad, una simple pedigüeña) torturada por el Santo Oficio hasta confesar aquello de lo que le acusaban.

Hoy, las meigas son un recuerdo popular de una mitología que, siglos atrás, estuvo muy presente en la vida de los gallegos.