Cuenta la mitología que el bastardo Heracles (Hércules), hijo de Zeus y Alcmena, la mortal, descansaba sobre la diosa Hera puesta por Hermes para que mamara la leche divina. Al enterarse esta, bruscamente separó a Hércules provocando que se derramara la leche. Fue así, según la mitología griega, como se formó la Vía Láctea,
La Vía Láctea, el camino de la leche, el Camino de Santiago, esta marca de los cielos guió y acompañó a incontables caminantes y peregrinos a través del Viejo Continente en su camino hacia el Oeste, hacia el mundo prometido, hacia el fin del mundo…
Fueron varios los pueblos que se guiaron por ella y que llegaron a Galicia a través de los tiempos. Su suave marca en el cielo hoy permanece casi invisible para muchos de nosotros debido a la contaminación lumínica de las ciudades. Lo que para muchos puede pasar desapercibido en el siglo de hoy, fue para otros una marca inevitable y que guiaba a los viajeros en su camino hacia el fin del mundo. En la antigüedad, el cielo no pasaba precisamente desapercibido, para ellos era como un reloj, un reloj que los orientaba y con el que marcaban el tiempo. Unos tiempos en los que lo más importante era la propia supervivencia y en los que no existían «distracciones» como las que disfrutamos hoy, el cielo era vital.
La Vía Láctea se observa en el cielo nocturno como una suave franja lechosa que atraviesa el cielo de Este a Oeste. En realidad es uno de los brazos de la espiral que forma la galaxia en donde nos encontramos. Si la observamos con telescopio veremos en ella millones de pequeñas estrellas.
Fue esta orientación la que provocó la llegada de multitud de culturas a Galicia. Desde el principio de la historia las relaciones Atlánticas bien pudieron comenzar por tierra ya que fueron varios los pueblos que llegaron hasta Galicia provenientes del este y del norte de Europa, quizás ya guiadas por la estela nocturna. No solo la Vía Láctea señalaba a Galicia, sino que también el venerado Sol se hundía en sus aguas. Esto convertía el NO de la península en una meta para muchos buscando el Ara Solis, el culto al Sol.
En Galicia se le conoce como Camino de Santiago ya que su marca indicó el camino a miles de peregrinos durante la Edad Media.
Es por ello que le debamos un tributo a la Vía Láctea ya que forma parte de la historia y de la evolución cultural de nuestra tierra gallega.
Para observarla lo mejor son las noches de verano, no porque sean las noches más oscuras del año precisamente, sino porque es cuando se encuentra más alta en el firmamento nocturno. No olvidéis que debemos alejarnos de los núcleos urbanos si queremos disfrutar de ella y del cielo estrellado en todo su esplendor.
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