Este fin de semana nos propusimos recorrer un pedazo más de nuestra tierra, una costa de la que muy poco conocíamos y que desde ahora mismo ya forma parte de nuestro corazón. La idea era conocer el dolmen de Dombate y visitar Laxe para acabar buscando el legado de Man, en Camelle. La verdad es que este viaje nos llenó gratamente y nos traemos unas grandes sensaciones de la Comarca de Bergantiños y de Terra de Soneira. En nuestro largo viaje desde el sur de Galicia nos propusimos hacer un descanso en un lugar único, un lugar lleno de historia y naturaleza que divide los concellos de Ames y Negreira y que no es otro que Ponte Maceira. Un pecado no conocerlo en persona hasta ahora. Lo teníamos en la página pero gracias a las fotos de un seguidor que desde un principio nos habló de las virtudes de este lugar, y no es para menos, el lugar es impresionante. A pesar del gran día, el Tambre nos regaló un escenario sorprendente que formaban las nieblas matinales del valle.
Continuamos camino hacia Zas y con mucha pena dejamos atrás lugares de gran interés que en otra ocasión pretendemos visitar. Si los días fueran infinitos… Cruzamos Santa Comba y Zas y llegamos a Cabana de Bergantiños para detenernos en uno de los monumentos megalíticos más famosos de Galicia: el dolmen de Dombate, «catedral del megalitismo» en Galicia. Desde luego que el dolmen en sí impresiona por sus dimensiones.
Muy cerquita fuimos al castro de Borneiro, que ya lo conocíamos, pero quisimos conocer su estado actual y la verdad es que no nos decepcionó pues se encontraba bastante limpio y con accesos mantenidos.
Y ya de camino hacia Laxe… pronto aparece el océano con su característico color azul y su maravilloso olor a mar de esta costa inigualable. Llegamos a Laxe, fascinante… por su situación , por su tranquilidad, por su mar… una villa que ya admiramos por su hermosura y el encanto que nos hechizó.
Nos dejamos llevar y conocimos su playa, la iglesia de Santa María, su puerto, su casco urbano representados por los famoso «arcos», la capilla de Santa Rosa…
Seguimos camino y no dejamos este concello pues nos fuimos a conocer el cabo de Laxe. De allí a la archiconocida Praia dos Cristais, una pequeñita playa «formada» por pequeños cristales pulidos por la erosión procedentes de un vertedero de botellas que estaba ubicado muy cerca. No es única en el mundo y aunque tiene mucha fama por su singularidad nosotros no vendríamos a Laxe por esta pequeña playa, sino por todo lo que hemos visto y por todo por lo que nos faltó por ver. La próxima ver visitaremos las playas de Traba y Soesto, que estas sí que son impresionantes y no les hace falta cristales para demostrar su extraordinaria belleza.
Con mucha pena dejamos Laxe y nos dirigimos al final de ruta propuesto: Camelle. Allí, en esta pequeña y acogedora localidad marinera de Camariñas, nos propusimos ver el recientemente creado museo de Man, una muestra de las obras de arte de Manfred Gnädinger, el excéntrico alemán que eligió entregar su vida en esta entrañable y adorable localidad de A Costa da Morte y que por su singularidad situó a Camelle en el mapa. Su unión con la tierra y el mar lo hizo morir de pena por la negligente catástrofe del Prestige en 2002 que tiñó Galicia de negro. Después del museo nos acercamos al espigón para ver su casa, su «jardín » y lo que queda de sus obras, pues los temporales y los «desgraciados» fueron acabando con su legado.
Fantástico viaje que no podíamos acabar sin ver la puesta de sol desde una costa única para este fín. Como nos sobró algo de tiempo nos fuimos a majestuoso Cabo Vilán y lo hicimos desde el cementerio de los ingleses para quedar maravillados con su silueta inconfundible mientras el sol descendía hacia el horizonte.
Llegamos a tiempo a Cabo Vilán y el «sol se hundió en el inmenso mar» delante de nuestros ojos…
Unas últimas palabra para esta ruta: Fascinante, maravillosa, seductora, hechicera…
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