La excavación del castro de Ons liderada por la Universidad de Vigo y el Parque Nacional de las Islas Atlánticas, está revelando importantes hallazgos del período prerromano en el asentamiento de Castelo dos Mouros.
Se han descubierto monedas, ánforas y estructuras de viviendas, lo que refuerza la importancia histórica del lugar. Además, se investiga la posibilidad de restos en zonas más altas de la ladera, ampliando así el conocimiento sobre la ocupación del castro a lo largo del tiempo.
Este descubrimiento nos invita a trazar de nuevo los mapas del pasado y a comprender con mayor profundidad la huella humana en este lugar cargado de historia.
Castro de Ons
La isla de Ons frente a las costas de Bueu en las Rías Baixas, ha sido durante siglos un enclave estratégico y cultural en Galicia. Recientes excavaciones arqueológicas han revelado aspectos desconocidos de su historia, desde asentamientos prerromanos hasta complejos industriales romanos.
Orígenes y asentamientos antiguos
Los primeros indicios de presencia humana en Ons se remontan al Paleolítico, con útiles líticos conservados en el Museo Provincial de Pontevedra. Durante la Edad de Bronce, se establecieron asentamientos castreños, destacando el castro de Castelo dos Mouros sobre Canexol y el de Cova da Loba en el norte de la isla. Aunque sin excavaciones extensas, se aprecian estructuras circulares y defensivas que evidencian su importancia en la época.
En la era romana: industria y comercio
En el siglo I d.C. Ons conocida entonces como Insula Aunios según Plinio el Viejo, se integró en las rutas comerciales del Imperio Romano. Esta denominación romana es la referencia histórica más antigua conocida para estas islas.
Se han descubierto fábricas de salazón en la playa de Canexol y talleres para la producción de púrpura, un tinte valioso obtenido de moluscos como el Stramonita haemastoma. Estos hallazgos indican una actividad industrial significativa y conexiones comerciales con otras regiones del Imperio.
Excavaciones recientes: descubriendo el pasado
Desde 2022, el Grupo de Estudios Arqueológicos y Antropológicos de la Universidad de Vigo (GEAAT) ha liderado campañas de excavación en Ons. En el castro de Castelo dos Mouros, se han encontrado estructuras residenciales, monedas romanas y ánforas, confirmando una ocupación continua desde el siglo I a.C. hasta el siglo V d.C. Estos descubrimientos sugieren una comunidad organizada con una economía basada en la pesca y la producción de salazones y púrpura.
Edad Media y tiempos modernos
Tras la caída del Imperio Romano, Ons experimentó una despoblación, aunque en el año 899 aparece mencionada en una donación del rey Alfonso III al Cabildo de Santiago. Durante la Edad Media, la isla fue objeto de ataques por parte de corsarios y piratas, lo que llevó a la construcción de fortificaciones como el Castelo das Rodas y la fortaleza de Pereiró. En los siglos posteriores, la isla pasó por diversas manos, incluyendo la familia Montenegro y más tarde Manuel Riobó, quien estableció un secadero de pescado en 1929.
Un legado en evolución
Hoy en día, la isla de Ons forma parte del Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia y continúa siendo objeto de estudio arqueológico. Las excavaciones en curso no solo enriquecen nuestro conocimiento sobre la historia de Galicia, sino que también resaltan la importancia de preservar y valorar nuestro patrimonio cultural.
La isla de Ons renace como un faro arqueológico del Atlántico gallego, un enclave que, piedra a piedra, ánfora a ánfora, nos devuelve fragmentos olvidados de nuestro pasado.
Allí donde el mar golpea con fuerza los acantilados, también emergen, con delicadeza, los vestigios de quienes habitaron este lugar siglos atrás, revelando una historia viva que nos conecta con nuestras raíces más profundas.
Leyendas de la Isla de Ons
En la Isla de Ons, donde el mar golpea con insistencia los acantilados y el viento nunca calla del todo, hay un lugar al que pocos se atreven a acercarse cuando cae la noche: el Buraco do Inferno.
Buraco do inferno
Es una grieta profunda en la roca, tan vertical como el silencio de los muertos, tan negra como el alma de los naufragios. Dicen los viejos, los que vivieron allí antes de que la isla se convirtiera en refugio de turistas, que si te acercas en días de bruma, puedes oír voces. No voces humanas exactamente, sino lamentos, susurros que parecen subir desde lo más hondo de la tierra.

Una entrada al Inframundo
Algunos cuentan que esas voces son de los marineros que se hundieron frente a la costa, cuando el mar se tragaba barcos enteros como si fueran juguetes. Otros creen que el Buraco es una de las puertas del infierno y que las almas en pena lo utilizan para ir y venir cuando la niebla lo permite. Lo cierto es que incluso los animales guardan silencio cuando se aproximan a ese lugar.
Una mujer vestida de blanco
En las noches de luna nueva, cuando ni siquiera la luz de las estrellas se atreve a asomarse, se dice que una mujer vestida de blanco camina por los senderos de la isla. Su vestido flota sin tocar el suelo, sus pasos no dejan huella y su rostro permanece oculto bajo un velo translúcido. Algunos la han visto detenerse frente al pequeño cementerio, ese que guarda más nombres que cuerpos, porque los que emigraron nunca volvieron y los que murieron lejos, no tuvieron tumba bajo las piedras del Atlántico. Ella se queda quieta, como si esperase a alguien que no llega nunca. Dicen que es la esposa de un marinero que se perdió en el mar y que aún lo busca, aunque pasaron ya más de cien años.

Un joven pescador
Los pescadores que todavía lanzan sus redes desde las lanchas tradicionales guardan un respeto especial por el pulpo. No lo pescan de cualquier manera. Hay quienes susurran palabras al agua antes de sumergir los aparejos, como si pidieran permiso. Creen que los pulpos más grandes, los que no entran en ningún caldero, son en realidad vellos do mar, espíritus antiguos que custodian el fondo y castigan a los que no respetan el equilibrio entre la vida y el océano. A uno de ellos le atribuyen la desaparición de un joven pescador que se atrevió a burlarse de las creencias de sus abuelos. Nunca encontraron el cuerpo. Solo el bote vacío, flotando cerca de la costa, y una marea inusualmente silenciosa.

Curiosidades
…Y justo cuando uno cree que ya no hay más secretos, que el misterio se ha agotado en las voces del viento y en los pasos de la dama blanca, aparece algo más: un brillo pálido en la roca, casi imperceptible desde arriba, como si la isla llorase por dentro. Los isleños antiguos la llamaban la leche de la luna. Es una sustancia blanquecina que rezuma de las paredes del Buraco do Inferno, nacida del abrazo entre el agua del mar y la piedra milenaria. Una reacción secreta que la ciencia apenas ha podido explicar del todo, rara, valiosa, como un latido oculto.
La leche de la luna.
Ya en el siglo XVI la conocían. La extraían con cuidado y la llevaban como quien lleva un remedio sagrado. La usaban para curar úlceras, para calmar fiebres y, más adelante, como cosmético, como elixir para embellecer el rostro. No era solo medicina: era la isla ofreciéndose como madre, como sanadora, como guardiana de una alquimia que no se deja ver fácilmente.
Tal vez por eso, quien se asoma al Buraco no ve solo un abismo. Siente que algo lo observa desde dentro. No con ojos, sino con memoria. Porque hay lugares donde la piedra no está dormida, y Ons, cuando uno sabe escucharla, sigue hablando.

La isla hoy parece dormir tranquila, con sus casas de piedra restauradas y sus senderos bien señalizados. Pero quien sabe mirar, quien sabe escuchar, descubre pronto que Ons guarda algo más que belleza natural. Hay una memoria enterrada bajo cada paso, una historia que no se deja contar con prisa ni se deja olvidar. Porque hay lugares que no son solo geografía, sino piel, herida, y aliento de los que ya no están.
Y en Ons, aunque el tiempo corra, el alma de la isla sigue latiendo entre la niebla.
Las fotos del castro de Ons y de los trabajos de excavación son propiedad de «Parque Nacional Marítimo Terrestre das Illas Atlánticas de Galicia« que ha autorizado expresamente su uso para la elaboración de esta entrada.






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