12 octubre, 2024

Blog de Galicia Máxica

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Una de las leyendas gallegas más conocidas, quizás sea la de la Santa Compaña, rodeada de misterio y un sin fín de historias se encuentra la vida de estos caminantes.
La Santa Compaña son esos muertos en busca de vivos o esa mala compañía ávida de cuerpecillos a los que aterrorizar, torturar y convertir, es sin lugar a dudas, la aparición más temida y terrorífica en tierras gallegas.

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¿Y para qué nos buscan y para qué nos quieren? Pues ni más ni menos que para hacernos vagar siempre a su lado en procesión y a la busca de nuevos adeptos. Podrías pensar en una secta y no irías muy desencaminado, pero a esta, sólo le interesa una cosa, tu alma mortal.
Poco hay que hacer si te encuentras en su camino, lejos de escapar despavorido, lo mejor en estos casos, es hacer un círculo alrededor tuyo e intentar no cruzar miradas con los andarines, para esto recomiendan tirarse boca abajo, suele ser efectivo, aunque no lo recomendamos.

Lo de pasear de noche prohibido y si ya son las doce, ni te cuento, mejor no salir.

Si ves luces en el bosque, procura no ir a su encuentro porque se cuenta que no saldrás bien parado, todos sabemos lo que te pasaría.
Los gallegos cansados de las desapariciones de viandantes, decidimos poner cruceiros en el cruce de caminos, con el fin de espantar está nada grata compañía ya que estos seres tenían querencia como las brujas a las encrucijadas.
Ánimas en pena o ánimas sin descanso salen a pasear o a airearse según se quiera, recorriendo errantes, pueblos, parroquias, aldeas… son muchos los que afirma que por las ciudades andan sólo el fin de semana, no lo hemos constatado aún. Otros en cambio afirman haberlos visto por el día, aunque los testimonios no han sido del todo fiables y esperan comprobación.

Sus vestimentas, variadas según la zona, aunque la que prevalece en la historia es la de túnicas con capuchas blancas. Quizás sea el vestuario más socorrido el de color negro, por eso de mimetizarse con el entorno de la noche y por ser la mar de «sufridiño», sin lugar a dudas este quizás sea uno de nuestros preferidos.

¿Cómo saber qué son ellos y no otros? Vamos a ver, suelen ir en hileras para ser más esplicitos en filas de dos, descalzos y dejando a su paso, no olor a pies precisamente, sino a vela o incienso, ya que cuentan que en sus manos portan velas encendidas.
Un consejo a tener siempre en cuenta, «no vayas a la luz», que no te cuenten tonterias, te atraparían.

¿Cuántos son, tienen jefe, qué quieren de mi? En cuanto al número, poco se sabe, a fin de cuentas eso es lo de menos. Al frente de la Santa Compaña, el boss, A Estadea y delante portando una cruz, un pobre mortal que cuentan que vaga por la noche olvidándolo todo por el día, así, noche trás noche, hasta que por fin se muere, no sabemos bien si por el cansancio de no dormir en condiciones o por aburrimiento.
No hay distinción de sexos, la muerte apuesta por la igualdad de géneros, la Santa Compaña es la mar de justa, no le hace ascos a ninguno, así que ojo puedes ser el siguiente en la fila.
A su llegada suele preceder un frío que te recorrerá todo el cuerpo, nos dicen que a veces sólo partes, no especificadas, es intenso y viene acompañado además de un olor peculiar.
Junto al olor de esta fantasmagórica compañía aparecen también el ruido de cadenas, rezos de rosarios, cánticos y campanillas que aportar música en el silencio sepulcral de la noche, podrías pensar que vienen en son de paz y con ganas de juerga, pero todo lo contrario, cuidadín no son amistosos.

El pobre mortal atrapado deberá pasar la cruz que porta, imagínate lo deseperado que ha de estar, lleva bastantes noches sin dormir, incontables y con esa cancioncilla nada pegadiza una y otra vez, cadenas, campanilla, cánticos, campañilla, rosarios, cadenas..bueno, que esta desesperado y la cruz pesa que no veas, está deseando que cambie de manos y todo conspira en su contra para atrapar a su futura víctima, los perros aullan lastimeros, los gatos huyen despavoridos…

Habrá los que no crean en las leyendas pero en el caso de encontrarte con este grupillo, por si acaso, hazte un circulo y sigue disfrutando de la vida que no hay nada más triste que portar la cruz de otro, descalzo y sin ganas.