Imaginaos un BIC, custodiado y mimado por la Xunta, al que Feijóo renombró como «el pórtico de la Gloria del arte rupestre gallego», abandonado a su suerte, descuidado, indefenso.
No hace falta que lo imagineis, ha sucedido, y es que hablamos de Campo Lameiro, todo un referente en arte rupestre y se suponía que también lo era en cuidados, se ha visto destrozado por los mismos.
Es bien sabido que en las tareas de limpieza de semejantes obras de arte, como son los petroglifos, han de estar vigiladas y tuteladas por personas con una sensibilidad especial, ya que nuestro legado descansa dulcemente en sus manos. Pues bien, no ha sido así y hoy por desgracia, todos los gallegos estamos de nuevo, de luto patrimonial.
Esta vez no ha tenido la culpa la excavadora que destrozó la mámoa de 6000 años de antigüedad, esta seguro, que ya ha sido apresada y los petroglifos no habrían sido para la misma más que peccata minuta. Esta vez ha sido un atropello fortuito de una alegre desbrozadora, que limpia que limpia, quiso atajar por encima de uno de ellos.
No sabemos muy bien donde pensaban los operarios que estarían localizados los petroglifos, igual en paneles o dentro del museo. Lo que esta claro, es que hoy doña espiral lustrosa se ha desvanecido entre cadenas que han arañado sus líneas, desdibujándola casi por completo.
En Galicia limpiamos a conciencia, más bien destrozamos o en este caso, desbrozamos petroglifos convirtiéndolos en rasguños rocosos. He aquí la huella de la sin razón.
Una vez más destrozado el patrimonio gallego gracias a las malas gestiones y a las limpiezas anuales, que menos mal que son anuales porque sino poco quedaría ya de campo Lameiro.
Lo tomamos con humor, ya que poco se puede hacer, de esto nos vale la retranca gran medicina para el dolor de corazón y los fallos ajenos.
Adios espiral prehistórica
Nos queda como consuelo, las fotos para recordarlo o a todos los que pagamos por entrar en el recinto, su imagen grabada en la retina.
De nada valen los lamentos y las actuaciones a posteriori, nuestra mejor herencia, nuestro bien más preciado ha sido eliminado sin miramientos.
Nuestra huella en el pasado borrada por una grave negligencia, la de los que deberían velar por su cuidado y que sólo aparecen cuando se inaguran las casas en las que obligan a vivir a nuestros petroglifos, eso sí, por el bien de los mismos.
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